viernes, 10 de abril de 2009

PARROQUIA SAN PIO V - JUEVES SANTO

El Jueves Santo se celebra:
-la Última Cena,
-el Lavatorio de los pies,
-la institución de la Eucaristía y del Sacerdocio
-la oración de Jesús en el Huerto de Getsemaní.
El Jueves Santo Jesús cenó la Pascua con sus apóstoles o discípulos, siguiendo la tradición judía, ya que según ésta se debía de cenar un cordero puro y del año; con la sangre de éste debieron (en la esclavitud en Egipto) rociar la puerta en señal de purificación ya que si no se hiciera así el ángel exterminador entraría a la casa y mataría al primogénito de esa familia (décima plaga), según lo relatado en el libro del Éxodo. En dicho libro se lee que no hubo una sola familia de egipcios en la cual no hubiera muerto el primogénito, por lo que el Faraón los dejó salir de Egipto y ellos corrieron lo más pronto posible hacía su libertad; el Faraón se arrepintió de haberlos dejado salir y manda a su ejército a que persigan a los israelitas pero Dios no lo permitió y después de que los israelitas pasaran por el Mar Rojo lo cerró, por lo que los egipcios se ahogaron.
Para los católicos, el cordero pascual de entonces pasó a ser Jesús mismo, entregado en sacrificio por los pecados de la humanidad y dado como comida en la Hostia.
Antes de la fiesta de la Pascua, sabiendo Jesús que había llegado la hora de pasar de este mundo al Padre, habiendo amado a los suyos que estaban en el mundo, los amó hasta el extremo. Estaban cenando, ya el diablo le había metido en la cabeza a Judas Iscariote, el de Simón, que lo entregara, y Jesús, sabiendo que el Padre había puesto todo en sus manos, que venía de Dios y a Dios volvía, se levanta de la cena, se quita el manto y, tomando una toalla, se la ciñe; luego echa agua en la jofaina y se pone a lavarles los pies a los discípulos, secándoselos con la toalla que se había ceñido. Llegó a Simón Pedro, y éste le dijo:
-«Señor, ¿lavarme los pies tú a mí?»
Jesús le replicó:-«Lo que yo hago tú no lo entiendes ahora, pero lo comprenderás más tarde.»
Pedro le dijo:-«No me lavarás los pies jamás.»
Jesús le contestó:-«Si no te lavo, no tienes nada que ver conmigo.»
Simón Pedro le dijo:-«Señor, no sólo los pies, sino también las manos y la cabeza.»
Jesús en este pasaje del Evangelio nos enseña a servir con humildad y de corazón a los demás. Este es el mejor camino para seguir a Jesús y para demostrarle nuestra fe en Él. Recordar que esta no es la única vez que Jesús nos habla acerca del servicio. Debemos procurar esta virtud para nuestra vida de todos los días. Vivir como servidores unos de otros.
Te veo llorar a mi lado, siento el dolor que recorre todos tus huesos y la angustia de no ver el final de este túnel. Te veo a mi lado sufrir y quiero cargar con parte de tu sufrimiento, compartir tu carga. Quisiera llorar tus lágrimas, sufrir tus heridas, compartir el dolor de las llagas de tu piel. Pero no puedo, sólo puedo estar a tu lado, sólo puedo darte la mano, acompañarte en tu dolor. Sólo puedo rezar contigo, llorar contigo, sufrir contigo.
Este es el día en que se instituyó la Eucaristía, el sacramento del Cuerpo y la Sangre de Cristo bajo las especies de pan y vino. Cristo tuvo la Última Cena con sus apóstoles y por el gran amor que nos tiene, se quedó con nosotros en la Eucaristía, para guiarnos en el camino de la salvación. Todos estamos invitados a celebrar la cena instituida por Jesús. Esta noche santa, Cristo nos deja su Cuerpo y su Sangre. Revivamos este gran don y comprometámonos a servir a nuestros hermanos.
Reflexionemos con Jesús en lo que sentía en estos momentos: su miedo, la angustia ante la muerte, la tristeza por ser traicionado, su soledad, su compromiso por cumplir la voluntad de Dios, su obediencia a Dios Padre y su confianza en Él. Las virtudes que nos enseña Jesús este día, entre otras, son la obediencia, la generosidad y la humildad.
Se acostumbra, después de la Misa vespertina, hacer un monumento para resaltar la Eucaristía y exponerla de una manera solemne para la adoración de los fieles. La Iglesia pide dedicar un momento de adoración y de agradecimiento a Jesús, un acompañar a Jesús en la oración del huerto. Es por esta razón que las Iglesias preparan sus monumentos. Este es un día solemne.
Durante la noche se mantiene la adoración del Santísimo en el monumento, celebrándose la llamada "Hora Santa".
Desde hace unos años, la Iglesia Católica conmemora el Jueves Santo, el llamado Día del Amor Fraterno.

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